YA SABES ¡TODO!/Las palabras en la comunicación
En un consultorio médico escuché el final de una charla por teléfono que mantenía con su interlocutora otro paciente, en espera a ser atendido por el mismo médico. Y que para su mala suerte estaba sentado frente a mí.
Habló un buen rato, pero lo que llamó mi atención fue la forma como se despidió y “colgó” la llamada, se acerco más al teléfono y con una voz más suave le dijo: “Ya sabes todo ¿verdad?”. Supongo que ella le preguntó lo mismo, porque él le contestó: “¡Claro! ¡Lo sé!”. Y mientras terminaba la llamada se sonreía para si mismo.
Por como habló y sonrió al final quise pensar que ese “Ya sabes todo” pudo haber sido: Ya sabes que te amo, que me haces falta, que si estuvieras aquí justo ahora estaría en mejor compañía, que no me sentiría sólo, que quisiera estar escuchando tu risa. Etc.
Estoy deduciendo esto porque fui testigo de la forma en que se expresó al momento de decir su “Ya sabes todo”.
Sin embargo, si la intención de la forma en que se describió la frase hubiese sido más imperativa, el “Ya sabes ¡todo!” hubiese sido traducido a: Ya sabes que tienes que terminar esta o aquella cosa, que debes seguir las instrucciones, que tienes una lista de cosas por hacer, Etc.
Y la que nos encanta: “¿Ya sabes todo?… el chisme”. Aquí cambió rotundamente a una pregunta esperando que la respuesta sea ¡No! Para “informar” al interlocutor y dar rienda suelta al suceso que se quiere contar.
Las Palabras son un símbolo que asocia una expresión con una idea, pero las utilizamos tan seguido que las formamos de manera casi automática. Luis Castellanos en su libro “La ciencia del lenguaje” dice que “Las palabras dejan un legado, son dignas de confianza, nos cuidan, son sinceras y crean vínculos”. Y claro, también hace diferencia entre las palabras con carga semántica negativa y neutra.
Es decir, la misma palabra puede animar, destruir, fortalecer, y será el contexto en que las digamos o como las digamos a la hora de comunicarnos lo que les dará el verdadero significado. Igualmente como las recibamos de quienes nos escuchan.
De una forma más gráfica, Umberto Eco en su libro “Decir Casi Lo Mismo” menciona que antes de que una palabra salga de nosotros, es una masa amorfa e indiferenciada. Partes de esa masa se organizan lingüísticamente para expresarnos. Y es justo en donde la Palabra cobra el sentido que lleva nuestra emoción hacia nuestro interlocutor.
Quizá el “Ya sabes ¡todo!” que escuché era más que palabras, tal vez era tan solo un “te amo” o el tiempo era muy poco que debía asegurarse que supiera mucho más cosas sin decir más… no sé, quizá solo estuve pensando en esto en lo que llegaba mi turno, aunque de lo que si estoy seguro es que las palabras son poderosas, emocionantes y eternas.
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