LA CAJA DE REGALO/Relatividad en la comunicación oral.

¿Alguna vez vio a un niño abrir un regalo en tiempo de navidad?.

Primero se tira al suelo, se abalanza sobre el regalo más grande bajo el árbol inerte con olor a plástico y adornos de colores.

Luego en 3 segundos busca la manera de encontrar una especie de “abre fácil” y con los 7 segundos restantes rompe cuanto papel encuentren sus manos para llegar a la inquietante sorpresa que esperaba desde inicio del mes.

Es un regalo que adentro contiene tres regalos más, hace una pausa, sonríe nervioso, pero inicia de nuevo la operación “Abrir” en milésimas de segundo. Abre el primero, y es un aparato tecnológico para su uso en la escuela, lo hace a un lado. Abre el segundo regalo, y son unos auriculares para que escuche su música favorita, grita de emoción, y lo hace a un lado. Abre el tercero y es un reloj. Pareciera que la euforia del momento terminó, pero levantando la mirada ubica más regalos  para él, deja por un lado todo, y se posiciona en un nuevo lugar bajo el árbol arrasando de otra vez con los nuevos regalos.

Unos días antes de esa noche: La Odisea. El papá busco el artefacto tecnológico, lo probó lo cotizó y lo empacó. Buscó por otro lado los auriculares, que no lastimarán los oídos del pequeño y no le importa hacer una fila de 20 minutos para pagarlos, papá sintió que eran muy pocos regalos, así que corrió en busca del reloj, el estrés lo atrapa, tantas cosas por comprar y hacer aún.

El niño por la edad, aun cree en Santa Claus, pero también sabe que papá no le fallará, y le tendrá su regalo sea como sea.

En 1905 Albert Einstein formulaba su famosa “Teoría de la Relatividad” que, aunque se utiliza en su mayoría en el campo científico no podemos dejarla pasar desapercibida dentro del campo de la comunicación.

Según el sitio web oficial de National Geographic, en uno de sus artículos define esta  teoría como un concepto de espacio y tiempo, en un enramado tetra dimensional (4 dimensiones) al que se le denominó (espacio)(tiempo)=Relatividad.

Al entender de nuestro cavernícola diremos que es como colocar la mano sobre la hornilla apagada de una estufa  durante 30 segundos. Y colocar la otra mano, también durante 30 segundos pero esta vez con la hornilla encendida. En ese momento el tiempo (los 30 segundos) será relativo, ya que con la hornilla apagada puede parecer un tiempo corto, y para la mano con la hornilla encendida podrían significar una eternidad esos mismo 30 segundos.

Cuando comunicamos nuestros deseos, nuestras emociones, alguien más puede estar sintiendo esas mismas emociones desde otra perspectiva. Alguien puede desear dar un abrazo mientras su contraparte no quiere recibirlo, o más de alguno le habrá pasado confesar su amor y no ser correspondido.

Como diría Einstein: “Todo es relativo…”

Cuando el niño termina  la aventura de abrir sus regalos navideños, decide que es hora de dormir, fue un día largo. Quizá maña habrá tiempo para ver detenidamente los regalos que recibió.

Papá también termina su  día exhausto por la odisea vivida días atrás, pero antes de ir a dormir piensa que el final fue relativo, el niño abrió cada regalo, y él observo emocionado como el niño se emocionaba también abriéndolos.

Los dos fueron felices, los dos disfrutaron, los dos se emocionaron, ¡claro! Cada uno en su relatividad.

 

© Christian Chávez                              
      Productor Audiovisual /Estratega Comunicacional          
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